Me hinco
ante tus manos que desgarran espaldas,
y a tus dientes que cortan lenguas
orgullosamente me inclino.

ofrezco manos quemadas,
Descubro mí frente a tus palabras
Y para cumplir cualquier capricho tuyo
Desvivo.

Te sigo
aunque vuelquen sobre mí tus pasados,
y aunque los ojos caigan al piso
sin pena, me arrodillo.

Al pie de tu lluvia rezo
aun en un abismo de puertas,
En un compás de piernas entreabiertas,
te escribo.

Respiro
en el callejón que queda entre tus pechos,
Donde lugar cualquiera que veo
sólo de tu piel camino.

Me dejo ir sobre viento
atado a tus ramas, resintiendo,
apresado a unas caderas que quitan aliento,
suicido.

Revivo
Como un Lázaro saliendo de tu vientre,
Comiéndome las penas pendientes,
salvando carnes de olvido.

Insistente me voy contigo
Proclamando que tu sexo es infinito,
Que no hay más que morir atado a tu ombligo,
Sin más, te vivo.