En algunos pinches días en que estoy hasta la madre
me cuesta escupir versos que compren a la gente,
me duele la jeta sonreír sabiendo que no vendo
ni se venden, no es momento de hacer trueques;
me cuesta estirar la mano, desmayan mis saludos,
cada pedrada que doy ahora por reír me sabe a caldo,
saben a boletos del metro recién comprados y arrugados,
Simplemente no pasan, simplemente desisten, ¡que fiasco!
No hay conocidos en Insurgentes que me hagan el paro.
Me amuela tener que insistir en que los martes a mí
me saben a tener que aburrirme en pleno sábado.
Algunos pinches días en que estoy hasta la madre
tienen cierto aire a perro de esquina mal amarrado.
Se llaman martes, ¡protesto por estar encerrado!